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Gluten y personas mayores: intolerancia y precauciones

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El gluten es una proteína que se encuentra en cereales como el trigo, la cebada y el centeno. En la mayoría de las personas no genera problemas, pero en quienes tienen ciertas enfermedades, como por ejemplo enfermedad celíaca o sensibilidad al gluten, puede provocar complicaciones importantes.

En lo que respecta a las personas mayores, el tema adquiere mayor relevancia porque el organismo ya no absorbe los nutrientes con la misma eficacia, y también porque los procesos digestivos pueden estar debilitados. Por ejemplo, un estudio señala que en personas mayores se puede tardar más tiempo en diagnosticar la celiaquía y puede afectar más la absorción de vitaminas y minerales.

Riesgos principales relacionados con el gluten en la vejez

Cuando una persona mayor con enfermedad celíaca consume gluten, el organismo reacciona atacando las paredes del intestino delgado, lo que impide absorber bien los nutrientes.

Este proceso, que ya es delicado en personas jóvenes, resulta especialmente problemático en la edad madura, porque puede agravar la falta de hierro, calcio, vitamina B12 y otros nutrientes indispensables para mantener la fuerza ósea, la energía y la inmunidad.

Un reciente estudio señala que en personas mayores se puede tardar más tiempo en diagnosticar la celiaquía y puede afectar más la absorción de vitaminas y minerales

Incluso sin llegar a padecer celiaquía, algunas personas presentan sensibilidad al gluten, una condición más leve pero que puede causar hinchazón, gases, cansancio o alteraciones digestivas. Esto afecta al bienestar general y puede confundirse con otros trastornos digestivos propios de la edad.

Por otro lado, seguir una dieta sin gluten sin orientación profesional puede conducir a deficiencias nutricionales si no se sustituye adecuadamente lo que se elimina. En la vejez, esto puede traducirse en pérdida de masa muscular, debilidad o incluso problemas de memoria y concentración.

Cuándo conviene prestar especial atención al gluten

No todas las personas mayores necesitan eliminar el gluten, pero sí conviene estar alerta ante ciertos signos.

Una pérdida de peso sin causa aparente, la aparición de anemia, el cansancio persistente o las fracturas frecuentes pueden ser indicios de una mala absorción intestinal.

También es importante prestar atención a molestias digestivas como hinchazón, gases o diarrea recurrente, especialmente si no hay una causa clara.

Es necesario un diagnóstico médico y una buena orientación nutricional profesional más si cabe en personas mayores para evitar la pérdida de masa muscular, debilidad o incluso problemas de memoria

Otro motivo de precaución aparece cuando existen antecedentes familiares de enfermedades autoinmunes, ya que la celiaquía forma parte de ese grupo. Y, por supuesto, si un médico ya ha diagnosticado celiaquía, sensibilidad al gluten o alergia al trigo, la eliminación del gluten debe ser estricta.

Es fundamental no iniciar por cuenta propia una dieta sin gluten sin una evaluación médica. Hacerlo podría enmascarar otros problemas o generar carencias nutricionales. Lo más prudente es consultar con un médico o un dietista para determinar si realmente es necesario eliminar el gluten y cómo hacerlo de forma equilibrada.

Precauciones específicas para una dieta sin gluten

Cuando una persona mayor necesita seguir una dieta sin gluten, lo primero es aprender a leer bien las etiquetas.

El gluten no se encuentra solo en el pan o en la pasta; también puede estar presente en salsas, sopas preparadas, embutidos o alimentos que parecen inofensivos. Es importante buscar productos certificados como “sin gluten” o “gluten-free”.

Otro aspecto clave es evitar la contaminación cruzada. Aunque un alimento no contenga gluten de forma natural, puede contaminarse si se prepara con utensilios o en superficies donde se han manipulado alimentos con gluten.

Por eso conviene limpiar bien las tablas de cortar, los cuchillos, las sartenes y las encimeras antes de cocinar. Si es posible, se recomienda disponer de utensilios dedicados exclusivamente a los alimentos sin gluten, y mantener los productos separados dentro de la cocina.

En busca de una dieta completa y variada

La alimentación sin gluten debe ser, además, completa y variada. No basta con sustituir el pan o la pasta; es esencial asegurar una buena ingesta de fibra, calcio, hierro, proteínas y vitaminas del grupo B. Los alimentos naturalmente libres de gluten —como las frutas, verduras, legumbres, carnes, pescados, huevos, arroz, maíz o quinoa— son excelentes opciones.

Para las personas mayores, puede ser útil acudir a un dietista que ayude a planificar menús sencillos, equilibrados y adaptados a su gusto.

Cuando se come fuera de casa o en residencias, es conveniente informar al personal de cocina sobre la necesidad de evitar el gluten. A veces, los alimentos etiquetados como “caseros” o “artesanales” pueden contener trazas de trigo o cebada. Si no se está seguro de los ingredientes, lo mejor es preguntar o elegir opciones básicas, como carnes o pescados a la plancha acompañados de verduras frescas.

Beneficios esperables y cuidado emocional

Adoptar una dieta sin gluten —cuando está indicada— puede aportar beneficios notables: mejor absorción de nutrientes, menor fatiga, menos molestias digestivas, mejora del estado general. Por ejemplo, en la celiaquía bien controlada el intestino puede curarse y la salud mejorar.

Sin embargo, también es importante reconocer el aspecto emocional: cambiar la dieta en la vejez puede generar sentimientos de pérdida (de comidas tradicionales), aislamiento en comidas con amigos o familia, o dificultad para adaptarse. Por ello:

  • Es recomendable mantener la mayor normalidad posible: adaptar recetas familiares al formato sin gluten.

  • Pedir apoyo cuando haga falta: familiares, amigos, profesionales.

  • No sentirse mal si se comete un error: muchas personas lo hacen antes de acostumbrarse. Importa más retomar y seguir adelante

Claves del éxito: diagnóstico y dieta

En definitiva, el gluten puede ser un problema serio en las personas mayores con enfermedad celíaca o sensibilidad al gluten, pero también puede gestionarse con éxito. La clave está en actuar con información, diagnóstico médico y una planificación adecuada de la dieta.

Evitar el gluten no significa comer peor, sino aprender nuevas maneras de alimentarse bien. Con atención, paciencia y apoyo, es posible mantener una vida saludable, activa y con energía durante muchos años más.

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