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La fisioterapia en el síndrome de inmovilidad en el anciano

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Uno de los problemas más comunes llegados a la tercera edad es el deterioro de las capacidades motoras, algo también conocido como «síndrome de inmovilidad en el anciano». En numerosas ocasiones, su aparición se debe a la necesidad de permanecer en cama durante un tiempo prolongado debido a una enfermedad o cirugía, aunque también puede desarrollarse como consecuencia de una decisión personal a limitar los movimientos por temor a sufrir una caída.

Señor con síndrome de inmovilidad durmiendo en cama

Consecuencias del síndrome de inmovilidad en personas mayores

Dado el caso de tener que permanecer en cama por sufrir alguna enfermedad durante un tiempo, puede desarrollarse lo que en geriatría denominan cascada de acontecimientos: normalmente, la enfermedad y la fiebre generan una disnea al paciente que se prolonga durante días, pudiendo complicarse con un síndrome confusional que limite sus capacidades de andar o cambiar de postura. 

Esta situación puede tener diversas consecuencias:

  • Pérdida de fuerza y masa muscular.
  • Úlceras en los talones.
  • Alto riesgo de sufrir caídas.
  • Imposibilidad para llevar a cabo actividades básicas diarias.

Asimismo, pueden desarrollarse otras complicaciones tales como escaras por el decúbito debido a permanecer acostados por largo tiempo, dificultad para ingerir alimentos y líquidos, problemas de deglución, principios de demencia, etc. 

Más del 50% de los ancianos con inmovilidad fallece a los 12 meses.

En diversas ocasiones, el síndrome de inmovilidad sucede lenta y gradualmente debido a un abandono del anciano, que va limitando su actividad física y opta por no salir de su domicilio o minimiza sus movimientos dentro de este. Aunque el problema también puede proceder de ciertas actitudes por parte de la familia, como la sobreprotección del anciano. Esto conduce a que el paciente, en vez de estar animado y motivado, sienta miedo de llevar a cabo actividades físicas.

Prevenir y tratar la inmovilidad en el adulto mayor

Llegadas las seis semanas de inmovilidad, la fuerza muscular disminuye hasta un 55%.

Para prevenir la aparición del síndrome de inmovilidad y aumentar la calidad de vida de la persona mayor, es de vital importancia que se produzca un cambio de rutina.

Cómo prevenir el síndrome de inmovilidad:

  1. Fisioterapia: esencial para las personas que han pasado un tiempo prolongado en cama por enfermedad.
  2. Actividad física: el ejercicio físico fortalece huesos, músculos y tendones. También mejora el equilibrio y la coordinación, por lo que mantiene el cuerpo sano.
  3. Actividad social: es un gran incentivo para las personas mayores, ya que les ayuda a salir de casa.
  4.  Adaptación al entorno: las ayudas en el entorno favorecen a la movilidad de los ancianos en el hogar.
  5. Ayuda personal: es importante que el entorno del anciano esté implicado: familia, cuidadora, médicos, etc.

 

Anciana jugando con su nieta

Mantener un buen grado de movilidad es la mejor medida preventiva para la aparición del síndrome de inmovilidad. Diferentes estudios señalan que el ejercicio físico es imprescindible para prevenir la inmovilidad.

Algunos beneficios que aporta el ejercicio físico son los siguientes:

  • Disminuye la ansiedad y síntomas depresivos.
  • Mejora la fuerza muscular: lo que conlleva un incremento de masa ósea, mejora en hiperglicemia atrasando el tratamiento con insulina, reduce los niveles de triglicéridos en sangre y aumenta el colesterol HDL. 
  • Disminuye la respuesta hipertensiva y mejora la capacidad de reserva cardíaca y la extracción de oxígeno de tejidos periféricos.

La adopción de ejercicio físico en la vida del paciente dependerá de cada caso:

  • Ancianos con enfermedades: los ejercicios se ajustarán según la patología y severidad.
  • Ancianos frágiles: se recomiendan ejercicios de baja intensidad y aeróbicos. En caso de hospitalización, es importante incitar a la persona mayor a realizar la actividad fuera de la habitación.
  • Ancianos sanos mayores de 75 años: ejercicios de resistencia y de moderada a alta intensidad aeróbica.
  • Ancianos sanos menores de 75 años: ejercicios de esfuerzo moderado o fortalecimiento.

Cabe destacar que la aparición de dolor, disnea, inestabilidad o mareo es aviso de suspensión de la actividad. Por otra parte, la recomendación de ejercicio físico es de dos o tres días a la semana hasta llegar moderadamente a cinco.

Estos son algunos ejemplos genéricos y siempre es recomendable consultar con fisioterapeutas especializados en personas mayores para adaptar los ejercicios a las necesidades de cada individuo.

Ejercicios para el síndrome de inmovilidad en el anciano

Aunque el ejercicio físico es una herramienta necesaria para la recuperación, este no es suficiente. Para recuperar la funcionalidad de los músculos y las articulaciones, es esencial la fisioterapia, la cual permitirá que la rehabilitación sea más rápida.

Algunos ejercicios de fisioterapia para síndrome de inmovilidad en ancianos recomendados por profesionales son:

 

Infografía con listado de ejercicios de fisioterapia para ancianos con síndrome de inmovilidad

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